ALEMANIA CON LA SOGA VERDE AL CUELLO

Cultura

Jan 24, 2024

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Autor:
Emilio Guizar
Emilio Guizar

La economía alemana está en problemas: su apuesta por la energía verde y la guerra de Ucrania no salió como esperaba. Esto es una mala noticia para su población y para Europa en su conjunto.

Recientemente, el Wall Street Journal reportó que en el 2023 la producción industrial alemana se contrajo un 0.3% y que desde el 2019 ésta sólo ha crecido un 0.7% en términos reales. Asimismo, informó que el producto interno bruto del país, esa medida de los bienes y servicios producidos por una economía es solamente un 1% mayor al día de hoy de lo que era en el 2017 ajustado a la inflación. Números que no hacen más que reflejar una lógica debido al continuo cierre de plantas y reducción de personal de la industria alemana a causa del alto costo de la energía y de pérdida de mercados.

En diciembre, el gobierno alemán, a través del portal de la Oficina Federal de Exteriores, enfatizó que el apoyo a Ucrania en el conflicto contra Rusia sería “Por el tiempo que tome”. El portal oficial informó este pasado diciembre que el gobierno alemán había destinado ya más de 27.8 mil millones de Euros de ayuda financiera al país eslavo, esto sin contar la ayuda en material bélico y adiestramiento de los conscriptos ucranianos a los “estándares OTAN”. Por poner un ejemplo, solo en marzo de 2023 fueron entregados 18 carros de combate Leopard 2 al ejército ucraniano, el valor de cada tanque oscila por los 8 millones de Euros por unidad, de los cuales se dice que ya solo quedan un par en operación debido a su destrucción o imposibilidad de mantenimiento.

Y por si todo lo anterior fuera poco nos enteramos por el Washington Post que una corte de control constitucional alemana dio, en noviembre, marcha atrás a la iniciativa del gobierno de reasignar cerca de 60 mil millones de Euros que quedaron de un fondo de emergencia para atacar la crisis del Coronavirus y destinarlo al “Fondo del Clima y la Transformación”. La corte concluyó que esto era inconstitucional y mandó al gobierno a rehacer sus números. Según el propio gobierno alemán el fondo está destinado a “promover fuentes de energía amigables con el medio ambiente”.

Como resultado de todo esto, al comienzo de este año 2024 salieron a protestar a las calles y carreteras miles de agricultores en sus tractores y tracto camiones quienes rechazan la política que intenta aplicar el gobierno actual liderado por el Canciller Olaf Scholz consistente en la eliminación de las exenciones fiscales a la adquisición de vehículos agrícolas así como una eliminación gradual en tres años al subsidio del diésel consumido por éste sector. A las manifestaciones se han sumado muchas otras voces que se quejan del estado actual de las cosas en Alemania, entre otras las que reclaman que ya no se destine más dinero a la guerra y que los impuestos alemanes se queden en Alemania.

Estos recortes, argumenta el gobierno, son necesarios para balancear el presupuesto pues como lo manifestó el Ministro de Finanzas, Christian Lindner, el gobierno no puede “prometer más ayuda estatal” a los agricultores. El gobierno ya ha cedido un poco y se ha retractado en parte de algunas de las medidas, pero para los agricultores alemanes la cosa es muy clara: el gobierno los tiene en la mira a la hora de recortar el presupuesto.

Alemania está viviendo el desastre de su “transición energética” que en mi opinión se basó en crear una dependencia energética del exterior y la destrucción de forma irracional su infraestructura energética nuclear y de carbón pensando que Washington los dejaría tener todo del gas ruso barato del Nordstream que quisieran mientras llegaban al espejismo del “futuro verde” de molinos de viento y coches eléctricos.

Las élites alemanas cometieron un garrafal error de cálculo al no querer ver que los Estados Unidos no iba a permitir a Alemania “tener su pastel y comérselo”; no descifraron que desde el golpe de Estado en Ucrania orquestado por el Departamento de Estado norteamericano y la CIA en el 2014 se venía armando un plan para cortarles el suministro de energéticos rusos. Al contrario, ingenuamente siguieron con su plan del Nordstream 2 para tener más gas barato y “verde” de Rusia solo para ver cómo los Estados Unidos a través de sus testaferros de la OTAN (o no) les volaron en frente de su cara los dos gasoductos del Mar Báltico y ahora sí no tuvieran otra opción que comprar gas natural licuado americano o catarí al triple de lo que les costaba el gas ruso.

Alemania es hoy un caldo de cultivo funesto para las ideologías que buscan chivos expiatorios en el otro. Un político alemán puede pararse frente a un grupo de manifestantes que sufren penuria económica y decirles que el “semáforo” (como llaman a la coalición actual de partidos): dejó que sus supuestos aliados destruyeran infraestructura alemana crítica como el Nordstream; que prefieren malgastar el dinero en Ucrania que dárselos a los alemanes; que de las guerras de la OTAN solo les quedan hordas de refugiados; que ellos ponen el dinero y Europa se lo lleva a los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España), etcétera y lo peor de todo es que algo de razón hay en esto. Cuidado: esta diatriba es más explosiva que cualquier arma que la Rheinmetall pueda enviar a Kiev. ACHTUNG!

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